miércoles, 9 de abril de 2008

Impresionante lectura de hoy: Robbie Williams y Nicole Appleton

Sabía más o menos la historia entre los dos, o eso creía hasta hoy. Sé que ella se quedó embarazada de Robbie y que abortó por presión de la discográfica, y que Robbie nunca ha superado eso. Os dejo aquí la historia, contada en primera persona por ella, tal y como sintió esos días, semanas, meses.... Es larga pero vale la pena leerla. Aquí os dejo la primera parte del relato.


COMO NOS ENAMORAMOS
Conocí a Robbie Williams a finales de 1997 cuando nos invitaron a un programa de televisión para promocionar el segundo single de All Saints, Never Ever. El llevaba una camiseta ajustada y gafas de sol naranjas y parecía salvaje, guapo y muy famoso. La fama distancia a la gente. Les hace parecer diferentes de alguna forma. Yo había visto a su banda, Take That, en televisión, en los periódicos, en las revistas, por todas partes. Y ahora aquí estaba Robbie Williams de pie en frente de mí. Me sentía asustada y tímida. Ambos éramos tímidos, pero trabajando en la industria musical al menos teníamos algo en común. Rob dijo ‘Me gusta tu música’ y yo le dije a él que me gustaba la suya también. No hubo tiempo para llegar más lejos. Al poco tiempo estábamos en el escenario, ensayando nuestra canción. Estaba saliendo bien cuando de repente el productor tuvo una idea. ‘Bajaros los tops para enseñar tanta carne como sea posible’, nos dijo. Había cuatro pantallas de televisión enormes detrás de nosotras y, con los tops bajados, en las pantallas parecía que estábamos desnudas. Nos miramos las unas a las otras. No nos gustaba la idea, pero allí no había nadie a quien pudiéramos pedir ayuda. No queríamos perder nuestra oportunidad, así que, a regañadientes, nos bajamos un poco los tops. Mel, que estaba subida en una caja para que todas pareciéramos de la misma altura, se enfadó y empezó a maldecir entre dientes. ‘Hacedlo otra vez’, dijo el productor. ‘Teneis que bajaros los tops un poco más’. En ese momento estallamos en risas. Pretender que estábamos desnudas nos hacia sentir muy raras, muy poco naturales. Sabíamos que no teníamos que reírnos, pero cuanto más intentábamos evitarlo más risa nos entraba. La risa alivió la situación. estábamos enfadadas y esa era nuestra forma de revelarnos. ‘Marcharos y volved cuando os hayáis calmado’, dijo el director de escena. Hablamos sobre las opciones que teníamos. No queríamos estropear las cosas con el programa de televisión, pero tampoco queríamos que pareciera que estábamos desnudas, nosotras no éramos así. Nos daba miedo que si estábamos demasiado tiempo discutiendo sobre ello se hiciera demasiado tarde como para volver a grabar la canción. Cuando salimos al escenario esa noche, yo empecé la canción con el verso ‘Hay algunas cosas que necesito saber; como pudiste hacerme tanto daño’. Mientras cantaba miré al monitor y vi, proyectada en las pantallas detrás nuestro, la grabación con los tops bajados. Parecíamos desnudas y tristes. All Saints no eran así. No volví a ver a Rob hasta después de muchos meses de esto. Nos pidieron que actuáramos en el Concierto de Esperanza, un concierto benéfico en memoria de Diana, Princesa de Gales, en diciembre. Salvo All Saints, todas las demás bandas que iban a actuar eran masculinas, y nos sentimos muy incómodas en los ensayos. Había una habitación llena de chicos presumiendo y practicando sus escalas. Todos vestidos de forma elegante mientras que nosotras cuatro llevábamos nuestra cómoda ropa de diario. Hacia frío y yo llevaba una chaqueta acolchada, pantalones anchos y un gorro de lana. Allí estaban Boyzone, 911 y Peter Andre. Gary Barlow, el solista y compositor de Take That, estaba sentado al piano y dijo: ‘Que todo el mundo se ponga alrededor del piano, que vamos a cantar algo’. Luego nos miró a nosotras y dijo ‘Esta es vuestra oportunidad de demostrar lo que sois capaces de hacer’. Era tan condescendiente que me hacia sentirme avergonzada. Y de repente un enorme y brillante rayo de luz entró por la puerta. Era Rob. Era finales de noviembre y afuera estaba lloviendo, llevaba un abrigo de piel sintética. Parecía un oso mojado. Yo pensé ‘Es impresionante’. Tan solo con entrar en la habitación, Rob lo cambió todo. Era la primera vez que Rob estaba en la misma habitación que otro miembro de Take That desde que había dejado la banda. No había tenido mucho éxito en su carrera en solitario y por aquella época, Gary Barlow era considerado como el que tenía más talento y el más prometedor miembro de la banda. Rob vino directamente hacia nosotras y nos dio un beso a cada una, luego fue y saludó al resto. Era un tipo espontáneo y destacaba sobre el resto. Parecía mucho más auténtico que cualquiera de los otros. Parecía totalmente fuera de lugar, igual que nosotras. Yo iba a celebrar mi 23 cumpleaños poco después, y en el concierto me armé de valor para invitar a Rob. Cuando entré en el bar estaba casi vacío, solo estaban los otros miembros de la banda, mi hermana Lori y sus amigos. Me senté a la mesa con ellos y pedí una caña. La primera persona en llegar fue Rob. Era temprano, alrededor de las 8, vino directo hacia mí y me deseó feliz cumpleaños. Estaba con su amigo, Charlie. El también se pidió una caña y nos sentamos allí a charlar, principalmente sobre los ensayos. Yo no hacia más que pensar: ‘Estoy muy contenta de que haya venido a mi fiesta de cumpleaños’. Rob y yo hablamos durante una hora más o menos. Fue algo muy dulce. Ambos estábamos sobrios, y fue algo inocente y reconfortante. Me gustó mucho que hubiera llegado temprano y que hubiéramos tenido tiempo para estar juntos antes de que llegaran los demás. Entonces pude conocerle un poco. Me gustaba. Me encantaban sus ojos. Empezaron a llegar otros invitados. Mel se había citado con Stuart Zender, el que tocaba el bajo en la banda Jamiroquai, y todos los de Jamiroquai estaban allí. Después de estar con Rob yo no quería hablar con nadie más y me resultó muy duro separarme de él. Estaba todo el rato mirándole. Fue entonces cuando supe que me atraía. Se que suena raro, pero tan pronto como sé que alguien me gusta, lo evito. Me da terror que pueda darse cuenta de mis sentimientos. Ahora estaba preocupada por no hacer ninguna idiotez y no sabía que decir. Había muchas chicas guapas en el bar, chicas rubias con faldas cortas. Igual que en la escuela, me hacían sentirme muy poco atractiva. Había venido derecha de una sesión de fotos para la promoción de Under The Bridge, y llevaba pantalones de cuero negro y una camiseta negra. Sabía que no destacaba, parecía una de las camareras. Después de un par de horas, Rob se me acercó y me dijo que se iba. El regalo de cumpleaños que me había hecho Stuart era una cámara Polaroid. ‘¿Te sacarás una foto conmigo?’, le pregunté a Rob. El me atrajo hacia sí y me abrazó para la fotografía. Fue algo encantador, lo mejor. Me sentía electrificada. Fue entonces cuando pensé que tal vez yo le gustara. Aquello no fue solo un abrazo de cumpleaños. El concierto de esperanza tuvo lugar al dia siguiente en Battersea Power Station, en Londres. Fue un gran acontecimiento, había diez bandas y un público de 6.000 personas. No vi a Rob, pero sabía que estaba allí y eso era excitante. Yo había llevado cientos de fotos de mi Polaroid y estaba enseñando a la gente las mejores de mi fiesta. Quería enseñarle a Rob la foto de nosotros dos juntos. Estaba subida encima de una caja para poder situarme en cuanto le viera. Una hora antes del show hicimos un ensayo final. Dejé el camerino preguntándome si Rob andaría por allí y si me encontraría con él. Ensayamos Never Ever y estaba ya saliendo del escenario cuando oí una voz 20 pies por detrás de mí cantando a pleno pulmón. Era Rob. Todas nos dimos la vuelta y volvimos para saludarle. ‘Oh, Dios mio’, dije, ‘No he traído las fotos’. Yo llevaba puesta la ropa de la actuación, un abrigo largo sin bolsillos. Al final de la noche todo el mundo nos íbamos yendo. Yo tenía las fotos en el bolsillo y cuando salíamos por la puerta principal, oí a Rob gritando: ‘¡Hasta luego!’. Me di la vuelta. ‘Tengo que enseñarte una foto’, dije. Vino hacia mí y le enseñé la foto de la Polaroid. ‘Es una foto genial’, dijo. Más tarde me dijo que le había llegado al corazón la dulzura con que le enseñé la foto. Me sentía muy satisfecha. No podía dejar de pensar en Rob. Tenía la sensación de que yo le gustaba y quería verle otra vez. Le pedí a nuestro representante que consiguiera el número de teléfono de Rob para mí, pero me faltó el valor para llamarle. ¿Qué podía decirle? ¿Cómo reaccionaría él?. Me gustaba el simple hecho de tener su número, así podría llamarle si quería. Una semana después abrí el periódico y vi que Rob había tenido una cita con Denise Van Outen, que estaba en un curso por encima de mí en la Escuela de Teatro de Sylvia Young. Yo sabía que habían estado flirteando cuando Rob había aparecido en The Big Breakfast, que ella presentaba. Me convencí a mi misma de que no estaba ni disgustada ni enfadada, yo solo quería ser amiga de Rob. Esa noche fui a una fiesta y me emborraché. Volví a casa en un taxi y pensé que era un buen momento, o al menos un momento lo suficientemente bueno, para llamarle. Marqué el número de Rob rápidamente, casi sin pensar, y antes de que pudiera cambiar de idea. Contestó su compañero de habitación, Charlie. ‘Hola, ¿está Rob?’ ‘No’, dijo Charlie. ‘Acaba de salir a comprar leche’. ‘Soy Nicole de All Saints’, dije. ‘¿Puedo dejarte mi número?’. Un segundo después Rob me llamó. No era verdad que hubiera salido, solo estaba filtrando las llamadas. Ambos estábamos encantados de hablar el uno con el otro. ‘Voy a ir a un estudio en el campo para trabajar en mi álbum’, dijo Rob.’¿Por qué no vienes mañana por la noche y cenas conmigo?’. Era una locura. Solo le conocía de un dia. No le conocía en absoluto. ‘Esta bien’, dije. Al dia siguiente casi no podía pensar en nada más. Había reservado un taxi, que resultó ser un destartalado Nissan que no parecía muy seguro para las carreteras heladas. El coche era ruidoso y olía a humedad. Estaba nevando. Me había puesto unos pantalones blancos por la cadera, un top negro y una enorme praka verde. Me estaba congelando. Rob había dicho que era un viaje de 45 minutos, tardamos hora y media. Yo no hacía más que pensar: ‘Estas en medio de ninguna parte. Estas chiflada, Nicole. ¿Qué estas haciendo?’. Cuando por fin llegamos a la granja, pagué rápidamente al taxista, no quería que Rob viera el destartalado coche en el que había llegado. Rob me recibió en la puerta. ‘Todavía no he cenado, así que podemos comer juntos’, dijo. Rob llevaba unos pantalones grises ajustados que parecían incómodos. Llevaba ropa muy ajustada. Yo podía adivinarlo todo. ‘Vamos a comer en el comedor’, dijo. Le seguí. Trajo dos platos cubiertos con plástico transparente. Esa noche el cocinero había hecho asado con patatas y pudín de Yorkshire, la guarnición tradicional. Era difícil de comer y yo no sabía como actuar. Yo quería mostrarme tal como era y ser simpática, pero estaba muy nerviosa. Estaba comportándome como las chicas que odio: sin personalidad, mostrándome de acuerdo con todo.
‘¿Qué pasa con Denise Van Outen, entonces?’, me encontré preguntando. ‘Me mandó un pájaro y una nota que decía: “¿Puedo ser tu chica?”’, me contó Rob. ‘Le di el pájaro a mi madre’. Después de cenar fuimos al estudio donde Rob y yo nos sentamos en un sofá e intentamos parecer ocupados. Yo no quería hacer otra cosa que mirarle. Cogí un libro, pero lo dejé enseguida. Sentía que estaba de más. En la cabina de grabación Rob hizo algo mal y dijo por el micrófono: ‘Me he distraído con la bonita persona que tengo detrás’. Incluida de repente, me eché a reír y me incliné hacia atrás, golpeándome ruidosamente la cabeza con la estantería que tenía detrás. Me puse roja de vergüenza. Me odie a mi misma. Cogí otro libro y empecé a leer. Era un libro lleno de palabras que rimaban para usarlo para escribir letras de canciones. Traté de parecer absorta. Después de alrededor de una hora, Rob salió de la cabina y fuimos andando por la carretera hasta el pub. Yo me sentía más relajada y menos como un accesorio. Acabamos muy borrachos, bebiendo caña tras caña. Al final sentía que era yo misma. De repente ya eran las once de la noche y me di cuenta de que tendría que quedarme a pasar la noche, también pensé que no me había traído nada y que tenía la grabación del video de Under The Bridge a primera hora de la mañana. Salimos del pub y nos quedamos fuera. Rob no me cogió la mano ni nada de eso. Hacía frío, así que me subí la capucha de la praka. Estaba nevando mucho. Rob me bajó la capucha y me besó. De vuelta en la granja Rob y yo nos sentamos a ver la televisión. estábamos tan borrachos que nos quedamos dormidos en el sofá. Todo lo que pensaba era: ‘Tengo que rodar un video mañana. Tengo que despertarme’. El sofá era estrecho. Al final nos despertamos y subimos las escaleras hacia la habitación de Rob. Dormí con una camiseta y unas bragas negras, altas y abrigadas. La verdad era que no había planeado más que llegar a la granja. Le di la espalda. El convirtió la situación en divertida y los dos nos reímos. Yo no hacía más que decir, ‘Por favor, ¿puedes asegurarte de que me levante por la mañana?’. Alguien nos despertó a las siete y media. Había una delgada capa de nieve fuera de la granja y yo tenía que volver a Londres. Bebimos café solo fuerte en grandes tazas. De repente Rob se levantó e imitando perfectamente la voz y los andares de Liam Gallagher recorrió la habitación con un cigarro colgando de su boca y diciendo: ‘Voy a mirar si ha llegado el taxi’. El coche llegó y Rob me acompañó hasta la puerta. ‘Te llamaré luego’, dijo. Fue un lento regreso a Londres entre la nieve. En el rodaje del video, yo estaba contando a todo el mundo mis aventuras nocturnas cuando uno de los estilistas llegó con los periódicos. En la primera página de The Sun había una foto de Rob con Denise Van Outen bajo un titular que decía que estaban enamorados. Rob me había contado la verdad sobre él y Densie, pero me costó mucho trabajo convencer a todo el mundo, especialmente a Natalie, que era muy protectora. ‘El es una estrella del pop muy famosa’, dijo.’No seas ingenua. Por favor, ten cuidado, Nic’. Rob llamó esa tarde. ‘Me lo pasé muy bien anoche’, dijo. ‘Yo también’, dije yo. Me sentí triunfadora. Pensé que tendría noticias de Rob de nuevo en un dia o dos, pero no ocurrió nada. Estaba decidida a no llamarle. Empecé a pensar que no debería haber ido al estudio, no de esa forma, solo porque él me lo había pedido. Una parte de mi creía que tenía que haberme mostrado más difícil de conseguir.
Una semana después estaba lista para salir a cenar con Mel cuando sonó el teléfono. Era Rob y parecía muy excitado. ‘Hola Nic’, dijo. ‘¿Puedes venir a recogerme? Estoy en una fiesta’. ‘¿Dónde?’ ‘En el norte de Londres’. ‘¿Estas bien?’ ‘Si, solo quiero salir de aquí. Quiero irme. He estado levantado toda la noche’. Llamé a Mel y se lo conté. La molestó que lo dejara todo por Rob. ‘Pero parecía muy desesperado’, dije. Cogí un taxi y fui a la dirección que Rob me había dado. Era la casa de uno de los tipos de su banda. Rob estaba tumbado en el sofá. Parecía como si acabara de volver del infierno. A parte de un par de personas recogiendo, allí no había nadie más. Rob necesitaba que le cuidaran. Le resultaba difícil mostrar su vulnerabilidad, comportarse como un marginado era casi una excusa para mostrar esa parte de si mismo. Nos fuimos y volvimos a su casa. Era dos noches antes de nochevieja. Me quedé a dormir. Fue en ese momento cuando Rob y yo empezamos a salir, pero no estábamos preparados para decírselo a nadie, así que pasamos la nochevieja separados. Rob dio un concierto privado en el bar Atlantic en el West End. Mientras tanto, Zoe Ball me invitó a que fuera a su fiesta, con Natalie, su novio, el presentador de televisión Jaime Theakstone, y Samantha Janus. Cuando llegamos estaba muy oscuro. Había un DJ y 60 personas bebiendo. A medianoche nos reunimos para la cuenta atrás del año nuevo. Todo el mundo se abrazaba. En mi corazón yo quería estar con Rob, dándole un beso de año nuevo, pero en lugar de eso terminé besando a Samantha Janus. La mañana del 2 de enero de 1998 los fotógrafos de la prensa me pillaron saliendo de la casa de Rob. Al dia siguiente estaba en todos los periódicos: ‘¿Qué hace Nicole Appleton saliendo de la casa de Robbie Williams a primera hora de la mañana?’. Era la primera foto que tenían de nosotros dos juntos. Mi primer pensamiento fue: ‘Gracias a Dios que me traje ropa para cambiarme y no he salido con la ropa que llevaba anoche’. Nuestra pública relación amorosa había empezado. EL BEBE DE ROBBIE Y NICOLE NICOLE Robbie Williams y yo estábamos muy enamorados. Siempre estábamos riéndonos y sacábamos lo mejor de cada uno. Es por eso que, a pesar de todas las dificultades, duramos tanto tiempo. Lo que más me gustaba de Rob era su sentido del humor, eso y su generosidad. Es una persona muy amable. No es tonto, es muy listo con su dinero, pero todo el mundo es bienvenido en su casa y nunca da nada por sentado. Solíamos pasar horas en la habitación de arriba de Rob, que es como una sala de juegos, escuchando música y pretendiendo ser DJs, haciendo el tonto con su enorme sillón en forma de balón de fútbol y su modelo a tamaño real de un soldado de Star Wars. En otras ocasiones teníamos románticos picnics en Hampstead Heath en el norte de Londres. Al principio, Rob y yo estábamos muy ocupados viajando alrededor del mundo y no teníamos muchas oportunidades para vernos. Era maravilloso cuando podíamos arreglárnoslas para estar en la misma ciudad al mismo tiempo.
En una ocasión, en que llevábamos diez dias sin vernos, estábamos los dos haciendo un show en Paris. Llegar al hotel y saber que él estaba en el mismo edificio fue tan excitante que me empezó a latir muy fuerte el corazón. El hotel tenía un vestíbulo muy largo y recuerdo cuando le vi a él al fondo del mismo. Corrimos el uno hacia el otro y salté entre sus brazos. Estuvimos todo el tiempo en la habitación de alguno de los dos. Desde el principio nuestra relación estuvo bajo un montón de presión. Yo era parte de una banda que era un caos y me llevaba todos los problemas a casa con Rob. Era lamentable. All Saints lo estaba haciendo bien, pero no nos llevábamos bien y yo estaba a menudo triste. Rob era amable y compasivo, siempre estaba ahí. Irónicamente eso es lo que lo hacia más difícil: mi dolor hacia revivir el suyo. Rob nunca fue aceptado en Take That. Me contó como se burlaban de su sobrepeso y todas las reglas y normas con las que tenía que vivir. Una noche nos sentamos en la terraza del tejado de su piso de Notting Hill, en el Oeste de Londres, y empezó a llorar hablando sobre sus experiencias en Take That.

1 comentario:

lazy dijo...

y que mas paso ???