miércoles, 9 de abril de 2008

Robbie Williams y Nicole Appleton 2ª parte

Aparte de Rob y mi hermana, Natalie, la otra persona de la que me sentía más cerca era el tercer miembro de All Saints, Melanie Blatt. Nos conocíamos desde la escuela y habíamos sido amigas durante tanto tiempo que hasta las reglas las teníamos a la vez. Las dos teníamos una relación estable, ella con Stuart Zender, el bajista de Jamiroquai, y hablábamos sobre como sería tener un bebé. En marzo de 1998 estábamos promocionando Never Ever, nuestro primer gran éxito, en Vancouver, Canadá, cuando Mel y yo nos dimos cuenta de que teníamos un retraso y decidimos hacernos juntas el test de embarazo. Nos turnamos para hacer pis en las tiras de papel y miramos asombradas como ambos se volvían azules. El mio era vibrante y luminoso, el de Mel era difuso. ‘¡Estamos embarazadas!’, gritamos. Fue el momento más extraordinario. Era tarde por la noche y la luz de la luna hacia que la nieve de fuera pareciera azul. No nos movimos, solo estábamos allí sentadas sonriendo. Todos esos años de amistad, luego el éxito en la música juntas y ahora esto. ‘Según mis cuentas significa que me quedé embarazada el dia de San Valentin’, le dije a Mel. Parecía un presagio asombroso y nos abrazamos un montón de veces. ‘No se lo digamos a nadie de momento’, dijo Mel. ‘Va a ser nuestro secreto’. Era como ser crías otra vez, compartiendo algo que nadie más sabia. ‘Excepto a Natalie’, dije. ‘Se lo tengo que decir a mi hermana’. ‘A los otros no les va a gustar’, dijo Mel. Ella había dicho lo que ambas estábamos pensando. ‘Nos van a echar’. La idea de la tormenta que se avecinaba eclipsó nuestra alegría. A los momentos de éxtasis ante nuestro descubrimiento les siguieron el miedo al disgusto de los otros, a ser rechazadas. ‘Lo van a ver como una amenaza para la banda’, dijo Mel. ‘Lo sé. Va a poner en peligro nuestra imagen’. Estuve de acuerdo. Por aquel entonces ninguna de las Spice Girl se había quedado embarazada. El embarazo para las estrellas del pop no era todavía una cosa guay. Llamé a Rob. Eran las dos de la mañana. Estaba cansado y dormido, pero fue maravilloso poder contactar con él, tal como hacíamos cada dia, para sentirnos unidos el uno al otro. Era duro estar siempre separados. ‘Tengo algo que contarte’, dije. ‘Mel y yo nos hemos hecho un test de embarazo hace algunas horas y estoy embarazada’. ‘Eso es genial, nena’, su respuesta fue inmediata, cálida y entusiasta. Era exactamente lo que yo quería oír. Incluso sin expresarlo supe entonces que no tenía por qué haber estado asustada de la reacción de Rob. Llevábamos juntos tres meses. Una parte de mi tenía miedo de que él no quisiera implicarse en esto y en todo lo que conllevaba. ‘¿Estas contento?’, le pregunté. ‘Estoy encantado’, me aseguró. ‘Es lo que quiero’. Esa noche Mel durmió en mi habitación del hotel y estuvimos levantadas hasta muy tarde, riendo y haciendo planes. Era como un sueño: tener bebes juntas, bebes que podrían crecer juntos, como habíamos hecho Mel y yo. estábamos muy excitadas. Entonces parecía posible tenerlo todo: una carrera, un hombre que te ama, un bebé. La vida no podía ser mejor. Tomamos cereales y vasos de leche para desayunar. Era una mañana realmente feliz para mí. Pero tenía miedo de decirle a nuestro representante, John Benson, que estaba embarazada, me daba miedo su reacción. ‘A mi no me da miedo’, dijo Mel, lo que era verdad solo a medias. ‘Se lo diré yo primero, si quieres, así podrás juzgar su reacción’. Dejamos Vancouver y nos dirigimos a Australia. Mel y yo nos sentamos en la parte de atrás del avión. La fecha era 25 de marzo de 1998. Era el 23 cumpleaños de Mel. Esto hacía mayor la emoción, era un momento trascendental. ‘Si supieran que estamos embarazadas’, susurrábamos y nos reíamos. El avión hizo una escala en el aeropuerto de Los Angeles y fuimos al enorme Hall, que estaba lleno de restaurantes y bares, a esperar nuestro vuelo. ‘Se lo voy a decir a John’, dijo Mel. ‘Mientras tú se lo dices a él, yo se lo diré a Nat’, dije. Nos apretamos las manos. ‘Ven un momento’, le dije a Natalie. ‘Vamos a echar un vistazo a la tienda de regalos’. Era uno de nuestros pasatiempos favoritos en los aeropuertos, comprar chucherias raras. ‘Nat, tengo que contarte algo’, dije. Parecía asustada y excitada incluso antes de que yo hablara. ‘Estoy embarazada’, dije. Natalie gritó y me rodeó con sus brazos. ‘Es fantástico’, dijo. Nos sonreímos la una a la otra. ‘¿Lo sabe alguien más?’ ‘No’, contesté. ‘Oh, Dios’, dijo ella. ‘¿Y que pasa con John?’. ‘Nat, tengo que contarte otra cosa’, dije. Vi como su expresión cambiaba esperando otro bombazo. ‘Mel también está embarazada’. NATALIE ‘¿Mel embarazada?. Por el amor de Dios, ¿es que tenéis que hacerlo todo juntas?’. Dije: ‘¿Cómo lo habéis organizado?’’No lo hemos hecho, simplemente ha ocurrido’. ‘Estoy celosa’, dije inmediatamente. ‘Dos buenas amigas quedándose embarazadas a la vez’. Estaba feliz por mi hermana – un bebé en la familia – pero también estaba en estado de shock. Me tranquilizaba que Mel también estuviera embarazada. Sabía que eso haría las cosas más fáciles. No podía dejar de mirarlas. Los gansos, este era su apodo en la escuela, estaban embarazadas. Me hacía gracia. NICOLE Natalie y yo dejamos la tienda de regalos y nos dirigimos hacia Mel y John. Estaban sentados a una mesa. Podíamos oír la voz de John desde una distancia de 20 metros. Estaba gritando y limpiándose el sudor de la frente. Mel estaba llorando. ‘Oh, Dios mio’, dije. ‘Oh, Dios mio’. Quería salir corriendo del hall, del aeropuerto, lejos de John y Mel, pero Mel me necesitaba. Tenía que estar con ella. Me dirigí hacia su mesa. ‘Estas loca’, continuaba John. ‘¿Desde cuando conoces a Stuart?, ¿nueve meses?, ¿diez? Estas echándolo todo a perder’. Rodeé con mis brazos a Mel. Ya habían llamado para embarcar y nos dirigimos a la zona de salidas. John no paraba, hablando continuamente al oído de Mel. ‘No conoces a Stuart lo suficiente como para tener un niño con él’, decía. ‘Eres una estúpida, qué ingenua’. El resto de los pasajeros nos miraba. Yo me sentía avergonzada y apenada. Deseaba que alguien, cualquiera, le hiciera callar. En una de las cabinas que había a lo largo de las paredes del corredor Mel dijo, ‘Seguid sin mi, os alcanzaré’. Según íbamos hacia el avión, pude oírla. ‘Stuart, Stuart, es horrible. No podía haber sido peor’. Estaba llorando mientras hablaba por teléfono. Natalie miró aterrada a John. ‘No se trata de lo que yo piense’, dijo John. ‘Sino de lo que es mejor para All Saints. Mejor para vosotras. A Shaznay no le va a gustar esto’. ‘No se lo digas a Shaznay, John’, dijo Mel. ‘Quiero decírselo yo misma’. Natalie me miró con los ojos muy abiertos. Sabía lo que estaba pensando: Todo esto y todavía no sabe nada sobre ti. Otra cabina. Otra vez Mel se quedó atrás, esta vez para llamar a su madre. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Las lágrimas salían de mis ojos. Melanie estaba haciendo esto por nosotras dos, pero yo iba a recibir lo mismo. Solo era cuestión de tiempo. ‘¿Qué ha dicho Stuart?’, le pregunté. ‘Dice, “No escuches a los demás, vas a tener a este bebé”’. Mel llamó a Stuart otra vez. Hasta el mismo momento de irnos ella estuvo poniéndose en contacto con la gente que la quería y que se alegraba por ella. Yo conocía el dolor de dejar todo eso detrás. Algunos dias tienes que arrastrarte hasta el avión cuando cada fibra de tu cuerpo únicamente desea estar en tu propia cama, una taza de té hecha por tu madre, o una tranquila noche en casa. Shiara Juthan, la secretaria de John, rodeó con sus brazos a Mel cuando subimos al avión. ‘No te preocupes, cariño’, dijo, ‘Todo va a salir bien’. Todas queríamos a Shiara. Cariñosa, amable y sincera, era una amiga. En el avión, Natalie se giró en el asiento al lado del mio y estuvimos hablando en susurros. ‘¿Cómo estas?’, preguntó. ‘Aterrada’, contesté. ‘Nunca imaginé que él podría portarse así’. ‘Yo tampoco’, dijo ella. ‘Y todavía no sabe nada de ti. ¿Cuándo se lo vas a decir?’ ‘No lo sé’. Shaznay pasó por nuestro lado, pero no se paró a hablar. ‘Está cabreada’, dije. ‘John se lo ha dicho’, dijo Natalie, y era evidente que lo había hecho.’¿Cómo ha podido hacer eso?’ ‘Va a ser horrible cuando aterricemos’. Cuando llegamos a Australia, Mel y yo bajamos del avión como zombies. Con las gafas de sol puestas, las cabezas agachadas, casi no podíamos hablar. El futuro parecía sombrío. Tracey Edenshaw, que trabajaba en la oficina de Londres de nuestra compañía de discos, estaba allí para recibirnos. Era una de las personas más amables de London Records, se dio cuenta al instante de que Mel lo estaba pasando mal y la envolvió fuertemente con sus brazos. ‘¿Qué es lo que pasa?’, preguntó. ‘¿Puedo hacer algo?’. Le contamos lo del embarazo de Mel. ‘Y hay algo más’, dije. Lo solté de repente. ‘Yo también estoy embarazada’. ‘Nicole, eso es maravilloso’, dijo. La inmediata respuesta de Tracey fue tan cariñosa y positiva que empecé a llorar. ‘Esta bien’, dijo ella. ‘Siempre y cuando hagas tu trabajo, no importa si tienes niños. La banda lo superará. No siempre es posible elegir el mejor momento para tener un bebé. Las cosas pasan’. Viajando desde el aeropuerto, en la furgoneta, hablando con Tracey, vi el primer rayo de esperanza desde la confesión de Mel a John. Las cosas podían salir bien. En el hotel, John nos llamó a una reunión en su habitación. Shaznay se sentó atrás, sin mezclarse con nadie. ‘He convocado esta reunión porque la banda está en peligro de hundirse’, dijo. ‘Hoy Mel me ha dicho algo que puede hacer mucho daño a la banda. Necesito hacerlo público. Mel dice que está embarazada’. Con esto, Shaznay empezó a gritar y a gritar. ‘¡No puedo creer que estes embarazada!’, escupió la palabra hacia Mel. ‘Vamos a parecer unas estúpidas, ¿Has pensado en las consecuencias?’. Yo sentía la sangre agolpándose en mis oídos. Tenía la cara roja y caliente. Quería levantarme pero no podía. Tenía que hablar. Mel me necesitaba. Se me saltaban las lágrimas, estaba aterrorizada. ‘Yo también estoy embarazada’, dije. Las palabras salieron y ya nunca podría retirarlas. John empezó a reírse, y luego se giro hacia mí. ‘No te creo’, dijo. ‘Es verdad’. Intenté que mi voz sonara fuerte. ‘Yo también estoy embarazada. Lo estamos las dos’. Shaznay empezó a gritar otra vez. Daba miedo. Pensé que iba a pegarme. ‘Eres imbécil’, dijo John. ‘¿Tienes idea de lo que has hecho?’. ‘Robbie Williams es una estrella del pop’, dijo. ‘Probablemente estará con otra mañana, y con otra distinta la semana siguiente’. Ahora Mel y yo estábamos las dos llorando, mientras Natalie miraba con la boca abierta. ‘Podía haberme esperado esto de Nicole’, dijo Shaznay con todo el desprecio que podía expresar, ‘pero no de ti, Melanie. CREI que tenias más sentido común’. Esto hizo que Mel se pusiera muy furiosa, yo era su aliada. Incluso en este momento, cuando ambas éramos culpables de la misma traición a All Saints, había una jerarquía y yo estaba al final de ella. Todo lo que quería hacer era irme a casa. John se dirigió hacia Natalie. ‘Te das cuenta de que tu hermana esta cometiendo un grave error, ¿verdad?. Esto también te va a afectar a ti’. John convocó una reunión con Natalie. No sé lo que la dijo, pero sé que entró allí siendo mi fiel amiga y salió convencida de que todo nuestro futuro dependía de que yo renunciara al bebé de Rob. Me tumbé en mi cama. Estaba llena de emociones, tan agotada por todo. Además había que añadir el desfase horario, todo lo que deseaba era irme a casa. Llamé a Rob. El se ofreció a buscarme un vuelo para volver a casa, pero yo quería terminar la gira promocional. Nos quedaban tres dias. Podía aguantarlo. ‘Vamos a tener este niño’, dijo Rob. Me encantó la seguridad de su voz. ‘Nada ni nadie va a poder evitarlo’. Mel y yo nos apoyábamos la una a la otra y estábamos seguras, cuando estábamos juntas, de que no estábamos haciendo nada malo. Ella me llamó a su habitación. ‘Prométeme’, dijo, ‘que digan lo que digan, siempre recordaras que quieres tener este bebé. No dejes que te obliguen a renunciar a él’. ‘De ninguna manera’. Yo lo tenía muy claro: ‘Quiero este bebé’. Esa noche, de pie en el puerto de Sydney, me sentí más cerca de Mel de lo que lo había estado nunca. ‘Que se jodan’, dijimos e hicimos un trato. ‘Vamos a tener a nuestros niños’. Al dia siguiente, en la compañía de discos, el personal australiano nos apoyo mucho. ‘Vais a ser unas bonitas madres’, dijeron. Fue fantástico regresar a casa con Rob, con alguien que quería al bebe tanto como yo. estábamos muy unidos en aquella época. Nos encantaba estar juntos, haciendo planes. Rob iba a comprar un piso y me llevó a verlo. Desde fuera miramos hacia arriba y él señaló una de las ventanas delanteras. ‘Esa será la habitación de nuestro bebé’, dijo. Rob me llevó a ver a su abuela en su casa de Stoke-On-Trent. Ella era muy dulce y se alegró mucho por nosotros. Rob puso sus manos en mi vientre y dijo, ‘Este bebé va a salvar mi vida’. Para él era una respuesta, una razón para vivir. Si era una niña, dijo, la llamaríamos Grace. Escribió una canción sobre ella, Grace. Está en su álbum I’ve Been Expecting You: ‘Grace, aun no he nacido / Ven a abrazar / a un alma que llora / Tengo tanto para darte’. Mi madre me apoyó, ella quería lo que yo quisiera, pero un dia fui a visitarla y vi que había estado llorando. ‘Llamaron de la compañía de discos’, dijo, ‘Me han dicho que estas cometiendo un grave error y que Rob no te va a traer más que problemas’. ‘¿Te han llamado?’ ‘Si, querían que te hiciera cambiar de idea, que te hiciera pensar en las consecuencias para ti y para Natalie’. ‘No puedo creer que hayan metido a mi familia en esto’, dije. ‘¿Estas segura, realmente segura, de que quieres tener ese niño?’, preguntó mi madre. Esa tarde lloré durante horas en el sofá. Mamá y Natalie intentaban razonar conmigo y tranquilizarme. Yo quería que alguien, solo que alguien de mi familia, me dijera qué era lo mejor que podía hacer. Me sentía muy frustrada. Nadie salvo Rob y Mel entendía lo que este bebé significaba para mí. ¿Por qué tenía que seguir luchando por el derecho a vivir mi vida de la forma que quisiera?. ‘No me hagáis elegir entre mi hijo y la banda’, les supliqué. ‘Vosotros no, mi familia no’. Un mes después de nuestro regreso de Australia, fuimos a Nueva York para una semana. Éramos una banda dividida en dos mitades: Mel y yo en un lado, Shaznay y Natalie en el otro. Todo llegó al punto crítico al dia siguiente. Me dieron muchas razones y excusas diferentes. Pero yo quería de verdad tener el bebé de Rob. ¿Qué es lo que estaba tan mal?. Todo, según parecía. Me llamaron para una reunión en las oficinas de la compañía de discos mientras las otras se daban una vuelta pillando CDs y pósters (una de las ventajas de nuestro trabajo). Querían hablar conmigo sobre mi embarazo y la reunión terminó con la discográfica preguntándome: ¿Quería yo que me organizaran un aborto? Dijeron que si estaba de acuerdo podían organizarlo para el dia siguiente y que sería fácil y rápido. Podría entrar y salir de la clínica en el mismo dia. Yo no sabía que decir. Incluso la compañía de discos estaba interesada en mi vida privada. Después de tantas semanas de presión yo estaba con los ánimos muy bajos, estaba muy deprimida. No tenía fuerzas para seguir luchando y simplemente me dejé llevar. Como un robot acepté tener una cita con un médico. Tenía que cumplir con las formalidades. Eso no era lo que yo quería pero ya no podía seguir luchando. Era como una gran ola que me arrastraba y contra la que no podía luchar, inconscientemente y sin querer ni poder elegir. Todo el mundo era más fuerte y más insistente que yo. No tenía ni la fuerza ni los medios para luchar contra ellos. La secretaria de John, Shiara, entró en la habitación y se sentó junto a mí. Me rodeo con sus brazos. Sabía que la habían mandado entrar porque ella también era mujer. Era perfecta. Cuando salí, le conté a Mel lo que había pasado. ‘¿No vas a seguir adelante con esto, no?’, me preguntó. Sus ojos echaban chispas. ‘Dime que no vas a seguir con esto, Nicole’. ‘No sé que hacer’, dije, ‘ya no sé lo que está bien. Parece lo más fácil. Somos una banda nueva. Es un mal momento’. ‘No puedo creerlo’. Mel estaba decepcionada conmigo y también disgustada. ‘Tu quieres este bebe. Tienes derecho a tenerlo. ¿No tienes entrañas? ¿Cómo puedes hacer eso?. Mel se alejó, no quería hablar conmigo. Cuando le hablé a Natalie del aborto, ella se encogió de hombros. No quería hablar de ello. Cuando volví al apartamento llamé a Rob y le conté lo que había pasado. Se quedó callado durante mucho tiempo. ‘Voy a hacerlo’, le dije. ‘Voy a abortar’. ‘¿Estas segura de que es eso lo que quieres?’, preguntó. No podía contestarle. No lo sabía. ‘Apoyaré cualquier cosa que decidas’, dijo. ‘Voy a coger el Concorde. Estaré contigo mañana por la mañana’. Estuvimos sentados en mi habitación toda la noche siguiente, hablando. Rob me apoyó mucho. Yo estaba intentando ocultar mis sentimientos, pero con Rob no podía. ‘No sé si tengo que seguir adelante con esto o no. Mel no quiere hablar conmigo. Cree que no tengo entrañas. Rob me consoló mientras yo lloraba. Era la primera vez que deseaba que los medios de comunicación se metieran por medio. ‘Ojala la prensa en Inglaterra descubriera que estoy embarazada’, dije. ‘Entonces nadie podría obligarme a hacer nada’.

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